Las Mulahttaz del Dance Hall
Por: Carla Corina Palacios Klinger
Laura Cano Calle tiene 26 años, aproximadamente 1,66 metros de estatura, su piel es tersa y parece del color de la arena de la playa en el caribe. Tiene unos ojos grandes y negros, que a veces parecen hablar, con un brillo tan fuerte, que da la sensación de dar vida por donde pasa. Cuando habla sobre la música, se torna nerviosa y lo manifiesta espabilando rápido mientras dirige sus pupilas hacia el cielo.
Jenny Restrepo Álvarez, tiene 23, mide unos 1,65 metros. Su piel parece del color de la miel pero muy diluida, su cabello es crespo y móvil y en ocasiones hace sentir como si su misión en el mundo fuera sonreír y pintar de color la vida con su risa. Quien la vea, no podrá evitar pensar en la palabra femenina y si se mueve, el término pícara invade la mente de todos.
Tania Cardona Rojas, tiene 22, le pondría 1,61 de estatura. Es imposible verla y no detenerse en sus Dreadlocks, colgando desde su cabeza hasta sus caderas. Ese cabello entrenzado sugiere tener vida propia y afirma tal fuerza en esta mujer, que con solo voltear su cara para mirar, intimida todo a su alrededor. Cuando escucha una canción que le gusta, se le hace imposible concentrarse en la conversación, incluso se da el caso en que debe darse palmitas en la cabeza para no permitir que la música la desvíe de lo que hace.
Laura Cano, Jenny Restrepo y Tania Cardona, integrantes del grupo Mulahttaz, son hoy después de una larga investigación en la práctica del baile y la cultura Dance Hall, las principales exponentes de este género en la ciudad de Medellín.
Las niñas
Cuando Laura tenía ocho años, ya estaba entendiendo que su cuerpo era arte, pues estuvo de ahí hasta los 10, en la Fundación Universitaria Bellas Artes de Medellín, estudiando Ballet para niños. Para luego tomarse un receso y nadar cuando no bailó. Laura viene de una familia en la que se espera que la gente baile, de hecho su propia madre era bailarina de folklor, Laura afirma que si ella no hubiera nacido, su mamá en este momento aún lo sería.
En el momento en que Jenny tenía 8, estaba complaciendo a sus papás, al embellecer los salones de porro, tango y ritmos tropicales con su inocencia, pues estos la metían a cuanta clase había, así que la danza se empezó a volver parte de su felicidad.
Tania mientras tanto, estaría en su cuarto o quinto año de haber regresado de Canadá, pasaría los años en su bici y sólo hasta los 14, encontraría por accidente las clases de Break Dance, en esa academia cercana a su casa, llamada Urban Flow, ubicada en el barrio El Poblado de Medellín, sobre la calle 10, donde de a poquitos la perpetuarían en el mundo del baile.
Cuando Laura cumplió 12, regresó a los salones de baile, esta vez en el Ballet Folklórico de Antioquia, y allí, una visita de la profesora Alexa Gal, la llevaría a tomar clases en la academia cercana a la casa de Tania, donde ya Jenny también se encontraba entrenando.
Estando las tres en Urban Flow, no se hicieron muy amigas, aunque Tania y Jenny hablaban bastante, con Laura eran sólo de saludarse, pero siempre estuvo claro que la energía era muy positiva entre las tres. Y que como estas mujeres lo afirman en repetidas ocasiones, no se hicieron amigas antes porque:
-- “supongo que todo sucede en el momento que tiene que suceder” – dice Tania Cardona.
Y porque:
-- “teníamos que irnos, estrellarnos en la vida, para luego volver y ahora sí poder trabajar juntas”. Coinciden en señalar Jenny Restrepo y Laura Cano.
Y así fue como el primer acercamiento de estas tres chicas, quedó en un suspensivo ‘esta historia continuará…’.
Los Viajes
Laura, tuvo varias giras cuando empezó a trabajar con el Ballet Folklórico de Antioquia, que incluyeron lugares como Panamá, Ecuador, Chile, Estado Unidos, México, Alemania, Moscú, y Francia. Por esta razón tuvo que cancelar semestre en tres ocasiones, de sus estudios de Comunicación Audiovisual en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, en Medellín. Carrera en la cual ya cursa séptimo semestre. En 2012, la gira a Estados Unidos que duró aproximadamente tres meses, le permitió afianzar sus conocimientos sobre los géneros urbanos, prefería dejar de conocer lugares, para irse a tomar clases. Posteriormente, estuvo en Francia, tuvo la oportunidad de tomar clases en la Academia de Dance Hall que según ella afirma, desde Colombia, la seguía “como una fan enamorada”. Al tener esa oportunidad, fue cuando dijo “definitivamente esto es lo mío”. Llegó de esa gira en noviembre del 2012 y renunció al Ballet y en 2013 estaría partiendo a Nueva York a continuar estudiando, esta vez en el Broadway Dance Center y luego en el Replay Studios. En 2013 regresó a Colombia a continuar en busca de su Yo dentro de la danza.
Tania Cardona, para quien la danza era algo secundario, estudió Fotografía en la Academia Superior de Artes, Ideartes y en la Institución Educativa Yurupary, ambos institutos en Medellín. Esta carrera, la llevó a viajar por países como Canadá (2009), Chile (2012) y Brasil (2013), en búsqueda de nuevas imágenes. Los viajes duraban períodos de más o menos seis meses, alternándolos con períodos equivalentes en Colombia. Ahora realiza el primer semestre de la Licenciatura en Danzas en la Universidad de Antioquia.
Jenny por su parte, se fue para Estados Unidos en el 2009, a vivir con su padre, por petición de este. En ese momento estaba estudiando Delineante de Arquitectura en la Institución Universitaria Colegio Mayor de Antioquia, así que tuvo que dejar esta carrera, para irse a cumplir con la solicitud de su padre. Dado que tenía que estar constantemente trabajando, no le daba el tiempo para bailar. Estar ese tiempo sin danza, hacía de Jenny, una chica totalmente diferente a esa que nació para sonreír y pintar de color la vida, la convirtió en una mujer que la mayor parte del tiempo estaba de mal genio porque simplemente, como ella lo dice, su vida sin baile es: “una vida de una persona infeliz”. Para beneficio del mundo, Jenny regresó a Medellín en diciembre del 2012, y hoy realiza tercer semestre de la Licenciatura en Danzas en la Universidad de Antioquia.
Tres es el número perfecto
Y de todo lo anterior, se hizo la luz. Alexa Gal parece ser un ángel enviado por Jah, por Alá, por Jehová, por Yahvé, por el Cosmos, por el Destino, por la Vida, o por cualquier energía mística que ordene los sucesos del universo. Pues esta mujer, no sólo trajo a este país unos potentísimos conocimientos sobre el Hip Hop vieja escuela, acompañados de pegajosos pasos de Dance Hall, sino que fue el factor común en la formación de esta tres mujeres, y por ende la base de que ese trío de vidas, se envenenaran del ritmo urbano, para posteriormente tomar las riendas del Dance Hall en Medellín y en el país y convertir su logo en el ícono de la cultura Dance Hallera de la ciudad.
Ellas tres, son las Mulahttaz, un grupo que surgió de los choques y los empujones que cada una tuvo en la vida. Nacieron de la casualidad, que en este caso es preferible llamar causalidad, porque todo se acopló a la perfección para su unificación. Después que cada una llegó de sus viajes, se empezaron a encontrar constantemente en fiestas y eventos, y cada vez se fortalecía la idea de que debían hacer alguna coreografía juntas. Hasta que Jenny, al ver que Cardona era amiga de una de las organizadoras del Jaming Festival, evento musical que se realiza anualmente en Bogotá, le dijo “Tani cómo vamos ahí pa’l Jaming, averiguá con Lali”. Tania estuvo de acuerdo y dice que les propuso reunirse y enviar a los organizadores una propuesta:
“Por ahí en dos semanas montamos una coreo, grabamos el video como en dos tomas y lo montamos a Vimeo. Lo subimos privado como para mostrarle solamente a los organizadores quiénes éramos nosotras y que sabíamos bailar, pero no era algo que estábamos haciendo para mostrarle al mundo. Eso fue el 3 de marzo del 2014, y esa es la fecha del aniversario de las Mulahttaz. La gente del Jaming respondió súper, nos dijeron: ‘vuélvanlo público para nosotros compartirlo’. Lo hicimos y ellos lo compartieron en su Facebook, ese jueves fue una cosa absurda, a las 5 horas tenía como 134 compartimientos, novecientos no sé cuántos me gustas, y al otro día tenía como mil; hoy tiene como 31 mil. Fue una cosa muy viral. Terminamos yendo al Jaming y allá fue igual, la gente nos recibió muy bien”.
Tan bien las recibieron, que por lo que da cuenta Laura, al llegar a Bogotá para el evento, ellas mismas se sorprendían cuando les decían: “Wooww, ustedes son las Mulahttaz, qué tesas, ¿nos tomamos una foto?”
Su nombre, está basado en sus rasgos y su esencia latina, porque si bien representan la cultura de una isla del Caribe, Jamaica, a través de su baile popular, el Dance Hall, no es otra cosa que su latinidad, la que mancha de un tinte único, el tipo de baile que ellas realizan. La intervención ortográfica del nombre, además de buscar diferenciarse del resto de asuntos de mujeres mulatas, por ejemplo a la hora de buscar el nombre en internet, también se debe a que para Tania: “ese uso de la ‘h’, la doble ‘t’ y la ‘z’ es medio africano, como ese ‘taz’, Tasmania, TazMulahttaz”.
En efecto, son el sincretismo de África, Jamaica y Colombia. Sus peinados de trenzas, dreadlocks y crespos, muestran cómo pertenecen a una cultura del mestizaje, que une lo afro, con lo indígena y lo blanco y hace que su ‘Flow’ sea inigualablemente latino.
¿Y que cómo conviven?
Jenny argumenta que los procesos que cada una vivió antes de convivir juntas fueron perfectamente moldeados para que ellas pudieran unirse, cuenta que: “tuve un novio vegetariano, al que quise mucho y con el que aprendí muchas cosas, pero antes de él yo odiaba la comida vegetariana, decía ‘Ay no, por qué cocinan tan feo’. Ese noviazgo se tenía que dar antes de unirme con Lau y Tani, porque ellas dos son vegetarianas y ahora son mis chefs favoritas”.
Tania dice que: “si fuéramos un grupo más grande, sería mucho más difícil. Tendría que haber alguien como líder, delegando funciones; a veces alguien sí tiene que delegar en Mulahttaz ciertas cosas, pero la verdad es que todo se ha desplegado de manera natural, todas le metemos tanto cariño al proyecto, y tenemos tanta visión para Mulahttaz, que no importa lo demás. Algo de lo que nos dimos cuenta desde el principio, es que todas tenemos una visión muy paralela o triparela (porque somos tres), del asunto, como que nuestros valores más básicos son muy similares, entonces sabemos que las razones por las que hacemos nuestro arte, no están en conflicto”.
La opinión unánime de este trío es que: “Tres es el número perfecto”.
¿Qué cambiaría en sus vidas si no bailaran?
En el caso de Jenny, ya quedó claro cómo fue estar tres años alejada del baile, esa es su fórmula eficaz para la infelicidad.
En tanto a Tania, dice que: “El problema es que no cambiaría mi vida si no bailara, la danza me ha permitido cambiar muchas cosas que yo siento que necesitaba para crecer y necesitaba superar, la danza para mí es mucho más personal que las imágenes, porque es mi propio cuerpo y mi propia imagen, entonces tengo que superar-me constantemente”.
Por la parte de Laura, la vida sin bailar le parece absurda, al pensarlo, sus ojos de nuevo comienzan a hablar, a decir que sus oídos se sienten anonadados al escuchar eso de vivir sin bailar, si ella no bailara: “Nooo, simplemente no sería yo, es que en mi casa todo el mundo baila, ellos esperan que sepamos bailar, ponen a los niños a bailar desde chiquitos y solo ahora que yo estudio la danza entiendo cuan natural es que ellos hagan eso, es que nacemos con el baile… (Se queda pensativa y cuando vuelve, retoma sus palabras) noo, simplemente mi vida sin bailar no podría ser ¡¡no sería yo!!”.
Cada una resume la danza como:
-- Mi vida - Tania Cardona
-- Felicidad – Jenny Restrepo
-- Sacrificio (del bueno, del que vale la pena) – Laura Cano
¿Cuál es su lucha como artistas dentro del baile?
Para Tania: “Aprender a ver las cosas como un proceso y tener la paciencia para dejarlo ser. Entender que no me va a salir ya, no me va a salir mañana, pero le sigo dando y dando y eventualmente me va a salir, es algo así como rendirse al presente y volcar todo el amor en eso, sin saber lo que va a suceder, eso a nivel interno. Externamente es la vulnerabilidad, mostrarle a la gente quién soy y tener las guevas para hacerlo”.
Para Jenny: “Mi lucha es esa, la de ir más allá del virtuosismo, en los primeros semestres de ballet, era muy frustrante para mí no ser tan flexible, era de las que lloraba en clases por no lograr ciertas cosas. Por eso estoy de acuerdo con eso de ir más allá de lo técnico y preocuparse por transmitir”.
Y para Laura: “Mi lucha, es lograr dejar algo en la gente, sobre todo cambiar la mentalidad de la gente, demostrar a través de lo que hago, que yo sí puedo vivir de la danza, que no tengo que ser alcohólica ni drogadicta por estar dedicada a esto, que bailar no es apenas levantarse y moverse, sino que necesita rigor, y dedicación, demostrarles por ejemplo a mis alumnas que ser profesora también es un camino y así sucesivamente, mi lucha es dejar algo en la cabeza de las personas que me ven bailar, hacerlos reflexionar sobre su percepción de la danza”.

