Un hombre entre reinas de ballet

Por: Sebastián Álvarez Cossio
Llegué a mi primera clase de ballet en la Escuela Marielena Uribe, ubicada en el municipio de Envigado en Carrera 48 # 26 sur - 181 local 110 sobre la Avenida las Vegas, lo primero que escuchaba en el fondo era la voz imponente de una mujer que insistía una y otra vez diciendo con firmeza –la nariz debe tocar las rodillas, brazos en quinta posición y nariz a las rodillas nuevamente- lo que me dejó impactado de entrada, porque eso era lo que me esperaba, lograr tocarme las rodillas con la nariz y como soy bastante fatalista, pensaba en una fractura o lesión que me dejaría inmóvil, pues sabía que tendría que forzarme para lograrlo.
La primera en recibirme fue la secretaria Justine Martínez como si me conociera de hace años, me abrazó, me ofreció agua y me acompañó en la sala de espera, me explicó en qué consistía la clase, que iniciaba con quince minutos de estiramiento, quince minutos de calentamiento y finalizaba con treinta minutos de rutina. Luego me informó que eran la primera academia en Antioquia en promover el ballet como un refinado sistema que transmite postura, estabilidad y elegancia, así como ubicación espacial, capacidad de concentración y seguridad en sí mismo, además de despertar tempranamente los intereses por el arte y dar una formación para otros tipos de baile, con lo que me cautivó por completo.
Justine aseguraba que le dan un especial valor a la disciplina y que forman a sus alumnas con constancia, participación en clase, amabilidad, respeto y buena presentación personal, por lo que hacen como clausura anual una gala de ballet y danza en la que participan todos los alumnos de la academia como muestra de su esfuerzo, y señalaba desde allí las fotografías de cada presentación, resaltando cada una de estas cualidades, donde habían chicas vestidas de cisnes, campesinas y unas conejas de unos cinco años que inspiraban la mayor ternura.
Esta amable joven, de ojos grandes, cabello rubio y una postura corporal menos refinada que la de las bailarinas, no se dejaba opacar por nadie y hablaba en un tono de voz alto de las magníficas cualidades del instituto. Una que otra vez reclamaba mi atención y me cogía de las manos para que la observara solo a ella y me mantuviera atento a lo que decía, por lo que me puse en función de escucharla. Luego de unos minutos la conversación cambió completamente y el tema ya no era la academia ni mucho menos el ballet, sino su vida personal, la trágica relación con su novio que como lo decía ella eran asuntos “casi aristotélicos”, pues no se explicaba porque seguía con él a pesar de sus desplantes y no indagaba de más en ello, para no abusar de su confianza, aunque evidentemente no era algo importante para ella.
A unos cuantos minutos del inicio de la sesión de ballet para principiantes, me presentó a la directora de la academia, la señora Ana María Zuloaga Uribe, que me recibió con la misma amabilidad y con una oferta que no me esperaba, una beca completa para iniciar estudios en ballet clásico, algo que me sorprendió y que no acepté hasta confirmar si me gustaría realmente, pero eso lo comprobaría ese mismo día.
Hablamos un poco de la academia y me contó que El Ballet Marielena Uribe se fundó en 1976 con el ánimo de crear un espacio de formación técnica y humana de las nuevas generaciones de danza en Medellín. Su fundadora Marielena, la madre de Ana María, inició sus estudios de ballet a los diez años con la yugoslava Lilly de Yancovich y estudió pedagogía y metodología del ballet en La Habana - Cuba y en Incolballet (Cali).
Al morir Marielena en 1997, su hija Ana María asumió el reto de liderar y dirigir la institución. Además, se encargó de la dirección general de las clausuras de los últimos quince años con la misma pasión, entrega y dedicación que su madre.
El nombre de Marielena Uribe está íntimamente ligado con la historia del Ballet en Medellín, pues fue profesora en la Academia Juvenil de Artes y del Instituto de Bellas Artes. Su amor por la enseñanza y el ballet la llevó a crear su propia academia, en la que cultivó con esmero el ballet y la técnica para llegar a otras expresiones de la danza.
Estar allí trajo recuerdos de mi infancia, pues la escuela, parece una capilla de iglesia cristiana, con techo triangular unas cuantas obras de arte, sillas de color verde militar para los espectadores y un ambiente bastante familiar, no solo por su similitud con la primera iglesia a la que asistí y en la que he permanecido durante toda mi vida, sino también por la tranquilidad de aquel lugar invadido de frescura con ventanas por las que ingresaban los últimos rayos de sol al finalizar la tarde y que caían en un piso de madera reluciente reflejándose en las paredes de espejos que iluminaban todo a su paso.
Ingresé al salón y tenía en frente a 5 niñas hermosas, con sus cabellos recogidos en peinados perfectos, sus cuerpos estilizados, en medias veladas color rosa y leotardos negros que marcaban cada parte de sus cuerpos, resaltados en posturas corporales celestiales, siempre paradas en las puntas de sus pies, marcando movimientos perfectos, sutiles y llenos de detalles. Dedos índices hacia afuera, pulgares hacia dentro, hombros inmóviles y contraídos, al igual que las costillas y los glúteos, brazos y piernas hiperextendidas, abdomen rígido y cuellos largos con expresiones faciales dignas de una reina, imponentes y con miradas profundas. Estas niñas eran baúles de arte, pasión, elegancia y de la más fina sensualidad que una mujer podría tener.
Estar intimidado era inevitable, pues una cosa es sentirse observado y exhibido por la cantidad de espejos en aquel lugar, pero otra muy diferente es ser el único hombre allí, dispuesto a bailar con el grado de voluntad y atrevimiento necesario. A pesar de ello la preocupación por los estigmas y los estereotipos masculinos que esta sociedad impone, se desvanecieron completamente al cruzar unas primeras palabras con las demás integrantes del grupo, pues su única ley es el arte. No se trataba de ser un molde más de la sociedad, sino más bien de una manera de crear, a partir del ballet, nuevas maneras de interpretar el mundo y representar lo que sentimos.
No diré que el ballet de alguna manera no feminiza al hombre con sus movimientos delicados y estilizados, porque efectivamente lo hace. Pero si vamos a hablar de estereotipos hacer ballet “es para machos” como dicen por ahí. No soy amante del gimnasio pero alguna vez me he trazado la meta de ir una que otra vez para “mantenerme en forma” y he estado en rutinas de hasta dos horas con la fuerza y exigencia que requiere y puedo asegurar que una clase de ballet con el estiramiento y calentamiento debido es mucho más exigente físicamente, pues ni en años de gimnasio alguien podría educar el cuerpo al nivel en que esta práctica lo hace.
Como lo exige este baile debía usar ropa ajustada y cómoda, así que el día anterior saqué sin permiso una “licra” negra de mi mamá. Ponérmela fue el reto más grande de todos, me sentía ahogado y no era realmente agradable tener todo ‘forrado’ haciendo notar cada parte de mi cuerpo, más sabiendo que estaría en presencia de niñas, pero en parte esa era la idea, romper con los paradigmas sociales y dejarme llevar por el ballet, así que ese sería un buen comienzo. Salí del vestier y no sabía cómo esconderme para que no notaran mi presencia, pero era inevitable, el hombre del grupo era el centro de atención de todas.
Verme al espejo tampoco era algo placentero, era difícil reconocerme con la ropa de mi mamá. Generaba en mí sentimientos que me confrontaban y me cuestionaban una y otra vez, qué era lo que estaba haciendo – Dios en que me he metido- , pero ya no había vuelta atrás y después de todo no podía negar que me gustaba, que era algo con lo que podía identificarme, que me divertía y me sacaba sonrisas.
La angustia a veces me invadía y la escuchaba en mis oídos diciéndome que no era una práctica para un hombre, pero la realidad es que a diferencia de lo que muchos creen, el ballet no pretende convertir en homosexuales a sus representantes masculinos, exigiéndoles usar prendas de mujer, estas son necesarias para verificar no solo la ejecución perfecta de movimientos que requieren de contracciones musculares específicas y exactas, sino también para comprobar que la estructura ósea del cuerpo está al límite necesario y que se ha alcanzado no solo fuerza, sino también la habilidad de rotación y extensión articular en la ejecución de cada movimiento.
Inició la clase con estiramiento básico, consistía en sentarse estirar las dos piernas juntas, mantener los pies en puntas y tocarse las rodillas con la nariz, algo sencillo para ellas, pero imposible para mí. Seguimos con el calentamiento para fortalecer la espalda que consistía en acostarse boca abajo y hacer cuatro series de veinte flexiones hacia arriba con los brazos en la cabeza y luego sostenerse arriba por quince segundos, que me dejó a punto de desmayarme literalmente. Al finalizar estos ejercicios se dio inicio a la clase como tal y a modo de repaso para los demás compañeros y a mi presencia en el aula, ansioso por aprender, la docente habló a detalle de los pasos que debíamos hacer y la postura correcta de brazos y pies para realizarlos, que por cierto son mencionados en francés:
Posiciones de pies
En el Ballet hay cinco posiciones básicas de los pies y cada paso o movimiento comienza y termina en una u otra de estas posiciones:
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Primera posición (posición de Première): En esta posición los pies se mantienen juntos y forman una línea, los talones se tocan uno con el otro con los dedos apuntando hacia afuera.
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Segunda posición (posición de Seconde): Los pies están en la misma línea pero con una distancia de más o menos un pie entre los talones.
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Tercera posición (posición de Troisième): Las piernas se colocan una delante de la otra rotando la musculatura desde los músculos aductores, colocando el talón de la pierna anterior apoyado contra la mitad del pie posterior. Los dedos también señalan hacia afuera.
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Cuarta posición (posición de Quatrième): En la cuarta posición la colocación de los pies es similar a la tercera posición, los pies son paralelos y separados por la longitud de un pie y el peso del cuerpo se haya en el medio de las dos piernas.
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Quinta posición (posición de Cinquième): En la quinta posición se cruzan los pies de modo que el primer empalme del dedo gordo se mantenga más allá del talón.
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Posiciones de brazos
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Primera Posición: Coloca a los brazos al frente en una forma oval, con las manos curvadas y los dedos agrupados con elegancia y naturalidad. El dedo medio se curva un poco más que los otros. Relaja los pulgares para que no se levanten.
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Segunda Posición: Abre los brazos de forma amplia para mantenerlos en línea con los hombros, ligeramente curvados, con cuidado de no dejar caer los codos. Los dedos deben mantenerse delicados y suaves.
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Tercera Posición: Antebrazo derecho curvado adelante. El otro, extendido y ligeramente curvado.
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Cuarta Posición: Levanta el brazo derecho formando una curva ligeramente por delante de la cabeza. El otro, extendido y un poco curvado. En todas estas posiciones se mantienen encogidos los músculos del estómago y de los glúteos, la espalda recta y los hombros horizontales y relajados.
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Quinta Posición: Levanta ambos brazos en una forma oval, enmarcando la cara, pero sin mover los hombros.
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Con esto claro, procedemos a pasos más elaborados en los que se incluían siempre las posiciones mencionadas anteriormente aleatoriamente y a la voz de la docente:
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Arabesque: Una de las posiciones básicas en ballet clásico. El cuerpo de perfil, apoyado en una pierna extendida hacia atrás y las manos colocadas en varias posiciones, para crear las líneas más largas posibles desde la punta de los dedos de la mano a los dedos del pie.
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Attitude: Es una posición sobre una pierna con la otra elevada detrás y la rodilla doblada. El pie que soporta puede estar en tierra, en media punta o en punta. Los brazos balanceados y sostenidos en línea larga y estilizada. Los hombros rectos y alineados.
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Demi-plié: flexión media o pequeña de las rodillas.
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Detourn: giro hacia la espalda en un pie.
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Devant: significa de frente.
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Plié: ejercicio básico de barra, para flexibilizar y fortalecer músculos y tendones de los muslos, piernas, rodillas, tobillos y pies, es como incrementar la flexibilidad y la fuerza del tendón de Aquiles. Hay dos pliés fundamentales, grand plié y demi-pli. El grand plié con flexión total de las rodillas se ejecuta, generalmente, en primera, tercera, cuarta y quinta posición. En el demi-plié no se elevan los talones del suelo y se suele ejecutar en las cinco posiciones.
Así finalizó mi clase, con mis músculos adoloridos, pero convencido de aceptar la beca. Ese día llegué a la conclusión de que el dolor más profundo del ser humano es la frustración, ligada a la idea de nunca poder ser quien quiere ser, de no alcanzar lo que desea, de ser incapaz de superarse a sí mismo, pues hay límites que no podemos pasar.
Hay gente afortunada, talentosa y con cualidades excepcionales, otras que oportunamente deciden con firmeza moldearse a sí mismos y transformar sus vidas hasta sentirse plenos, otros, como yo, nos conformamos con las posibilidades que tenemos en frente y dejamos pasar otras por cobardía, dejando atrás nuestra esencia. Nos dejamos pulir por otros, nos sometemos a ser moldeados por quienes se supone que saben cómo debemos ser y vamos distorsionando nuestros ideales, entregamos nuestra felicidad a la rutina y nos convertimos en seres hechos por la sociedad, para cumplir con sus fines y no con los nuestros.
Nunca pensé que terminaría estudiando ballet clásico, pero aunque a mis veinte años sea algo “viejo” para empezar a bailar, pues lo ideal es iniciar desde pequeños, como dicen por ahí, nunca es tarde y no hay peor lucha que la que no se intenta.


